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Gral. DON JOSE DE SAN MARTIN 2da. Parte

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Mensaje por Daniel Lun Ago 18, 2008 10:47 am

CONTINUACION... Gral. DON JOSE DE SAN MARTIN (Biografía por Felipe Pigna)

El 24 de marzo se
reúne el Congreso en Tucumán. San Martín, preocupado por la demora en sancionar
la independencia dirige una carta al diputado por Cuyo, Godoy Cruz. "¿Hasta
cuándo esperaremos para declarar nuestra independencia? ¿No es cosa bien
ridícula acuñar moneda, tener el pabellón y escarapela nacional y, por último,
hacer la guerra al soberano de quien se dice dependemos, y permanecer a pupilo
de los enemigos?"
El 16 de agosto de 1816, nació Mercedes Tomasa de San
Martín, la única hija de la pareja. A principios de 1817 comenzó el heroico
cruce de los Andes.
"Compañeros del Ejército de los Andes: La guerra se la
tenemos que hacer como podamos: si no tenemos dinero; carne y tabaco no nos
tiene que faltar. Cuando se acaben los vestuarios, nos vestiremos con la
bayetilla que nos tejan nuestras mujeres y si no andaremos en pelota como
nuestros paisanos los indios, seamos libres y lo demás no importa. Compañeros,
juremos no dejar las armas de la mano hasta ver el país enteramente libre, o
morir con ellas como hombres de coraje." José de San Martín
Durante muchos
tramos San Martín debió ser trasladado en camilla debido a los terribles dolores
provocados por la úlcera.
A poco de cruzar los Andes, el 12 de febrero de
1817, las fuerzas patriotas derrotan a los españoles en la cuesta de Chacabuco,
iniciando de esa forma la independencia de Chile. El 19 de marzo del año
siguiente las fuerzas patriotas sufrieron una derrota en Cancha Rayada.
Afortunadamente el General Las Heras logró salvar a su cuerpo y en base a estos
hombres pudo reorganizarse un ejército de 5.000 hombres y vencer definitivamente
a los realistas en Maipú el 5 de abril de 1818.
Pocos días después de Maipú,
San Martín volvió a cruzar la cordillera rumbo a Buenos Aires para solicitar
ayuda al gobierno del Directorio para la última etapa de su campaña libertadora:
el ataque marítimo contra el bastión realista de Lima. Obtiene la promesa de una
ayuda de 500.000 pesos para su plan limeño de los que sólo llegarán
efectivamente 300.000. San Martín regresó a Chile, donde obtuvo la ayuda
financiera del gobierno y armó una escuadra que quedará al mando del marino
escocés Lord Cochrane.
Mientras tanto, en Buenos Aires las cosas se
complican. Pueyrredón propicia la invasión portuguesa de la Banda Oriental para
combatir a Artigas y le ordena a San Martín que baje con su ejército y encabece
la represión de los orientales. San Martín se niega y le aclara que "el general
San Martín jamás desenvainará su espada para derramar sangre de hermanos".
El
20 de agosto de 1820 partió desde el puerto chileno de Valparaíso la expedición
libertadora. La escuadra estaba formada por 24 buques y conducía a unos 4.800
soldados. El 12 de septiembre la flota fondeó frente al puerto peruano de Pisco.
Una división al mando del General Arenales se dirigió hacia el interior del Perú
con el objetivo de sublevar a la población y obtuvo la importante victoria de
Pasco el 6 de diciembre de 1820. Por su parte San Martín ordenó bloquear el
puerto Lima. Así, el virrey De la Serna se vio acosado por todos los flancos y
debió rendirse el 10 de julio de 1821. Ese día entró victorioso el general San
Martín a la capital virreinal.
El 28 de julio de 1821 San Martín declaró la
independencia del Perú. Se formó un gobierno independiente que nombró a San
Martín con el título de Protector del Perú, con plena autoridad civil y militar.
En un principio el general se había negado a aceptar el cargo, pero el clamor
popular y los consejos de su amigo y secretario, Bernardo de Monteagudo, le
hicieron recordar que el peligro realista no había desaparecido, que las fuerzas
del virrey se estaban reorganizando en los cuatro puntos cardinales del Perú y
que por lo tanto su presencia se hacía imprescindible para terminar
definitivamente con el dominio español.
San Martín abolió la esclavitud y los
servicios personales (mita y yanaconazgo), garantizó la libertad de imprenta y
de culto, creó escuelas y la biblioteca pública de Lima. Debió enfrentar graves
dificultades financieras, lo que creó entre la población un creciente
descontento. Pese a las dificultades San Martín pudo controlar la situación y
lograr la rendición de los realistas del Sur y del Centro del Perú.
Mientras
San Martín llevaba adelante su campaña desde el Sur el patriota venezolano Simón
Bolívar, lo venía haciendo desde el Norte. El general Sucre, lugarteniente de
Bolívar, solicitó ayuda a San Martín para su campaña en Ecuador. El general
argentino le envió 1600 soldados que participaron victoriosamente en los
combates de Riobamba y Pichincha que garantizaron la rendición de Quito.
Finalmente los dos libertadores decidieron reunirse. La famosa entrevista de
Guayaquil, en Ecuador, se realizó entre los días 26 y 27 de julio de 1822. Había
entre ellos diferencias políticas y militares. Mientras San Martín era
partidario de que cada pueblo liberado decidiera con libertad su futuro, Bolívar
estaba interesado en controlar personalmente la evolución políticas de las
nuevas repúblicas. El otro tema polémico fue quién conduciría el nuevo ejército
libertador que resultaría de la unión de las tropas comandadas por ambos. San
Martín propuso que lo dirigiera Bolívar pero éste dijo que nunca podría tener a
un general de la calidad y capacidad de San Martín como subordinado. El general
argentino tomó entonces una drástica decisión: retirarse de todos sus cargos,
dejarle sus tropas a Bolívar y regresar a su país.
Tras la entrevista de
Guayaquil San Martín regresó a Lima y renunció a su cargo de Protector del Perú.
"La presencia de un militar afortunado, por más desprendimiento que tenga es
temible a los estados que de nuevo se constituyen. Por otra parte ya estoy
aburrido de oír decir que quiero hacerme soberano. Sin embargo siempre estaré a
hacer el último sacrificio por la libertad del país, pero en clase de simple
particular y no más. En cuanto a mi conducta pública mis compatriotas dividirán
sus opiniones; los hijos de éstos darán el verdadero fallo."
Partió luego
rumbo a Chile donde permaneció hasta enero de 1823. Cruzó por última vez los
Andes, estuvo unos días en Mendoza y pidió autorización para entrar en Buenos
Aires para poder ver a su esposa, que estaba gravemente enferma. Rivadavia,
ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, le negó el permiso
argumentando que no estaban dadas las condiciones de seguridad para que San
Martín entrara a la ciudad. En realidad Rivadavia, que siempre le había negado
cualquier tipo de ayuda a San Martín, temía que el general entrase en contacto
con los federales del Litoral. El gobernador de Santa Fe, Estanislao López, le
envió una carta advirtiéndole que el gobierno de Buenos Aires esperaba su
llegada para someterlo a un juicio por haber desobedecido las órdenes de
reprimir a los federales y le ofreció marchar con sus tropas sobre Buenos Aires
si se llegara a producir tan absurdo e injusto juicio. San Martín le agradeció a
López su advertencia pero le dijo que no quería más derramamiento de sangre.
Ante el agravamiento de la salud de Remedios, pese a las amenazas, San Martín
decidió viajar igual a Buenos Aires pero lamentablemente llegó tarde. Su esposa
ya había muerto sin que él pudiera compartir al menos sus últimos momentos.
Difamado y amenazado por el gobierno unitario, San Martín decidió abandonar el
país en compañía de su pequeña hija Mercedes rumbo a Europa. Merceditas tenía
siete años y recién ahora conocería de verdad a su padre. San Martín comenta en
una carta a su entrañable amigo Tomás Guido: "Cada día me felicito más y más de
mí decisión de haberla conducido a Mercedes conmigo a Europa y arrancado del
lado de doña Tomasa (su suegra). Esta amable señora con el excesivo cariño que
le tenía me la había resabiado, como dicen los paisanos, en términos que era un
diablotín...". En 1825 redacta las famosas máximas, una serie de recomendaciones
para su educación en caso de que él no estuviera a su lado. Allí les aconseja el
amor a la verdad, la tolerancia religiosa, la solidaridad y la dulzura con los
pobres, criados y ancianos; amor al aseo y desprecio al lujo. Tras pasar
brevemente por Londres, San Martín y su hijita se instalaron en Bruselas. En
1824 pasan a París para que Mercedes complete sus estudios.
San Martín
atravesaba en Europa una difícil situación económica. Del gobierno argentino no
podía esperar nada y ni el Perú ni Chile le pagaban regularmente los sueldos que
le correspondían como general retirado. Vivía de la escasa renta que le producía
el alquiler de una casa en Buenos Aires y de la ayuda de algunos amigos como el
banquero Alejandro Aguado que lo ayudó para poder comprar su casa de Grand
Bourg.
Pero el general seguía interesado e inquieto por la situación de su
país. En febrero de 1829 llega al puerto de Buenos Aires pero no desembarca. Se
entera del derrocamiento del gobernador Dorrego y de su trágico fusilamiento a
manos de los unitarios de Lavalle. Muchos oficiales le envían cartas a su barco
y lo van a visitar con la intención de que se haga cargo del poder. San Martín
se niega porque piensa que tome el partido que tome tendrá que derramar sangre
argentina y no está dispuesto a eso. Triste y decepcionado decide regresar. Pasa
unos meses en Montevideo y finalmente retorna a Francia. En 1832 una epidemia de
cólera asoló Francia. San Martín y su hija Mercedes, fueron afectados por esa
grave enfermedad. Los trató un médico argentino, Mariano Balcarce, hijo de un
viejo amigo y camarada de armas de San Martín, el general Antonio Balcarce,
vencedor de Suipacha. Mariano atendió durante meses a los San Martín, aunque
podría decirse que sobre todo prestó mucha atención a Mercedes. Pero la cosa fue
mutua y el 13 de diciembre de 1832 Mariano Balcarce y Mercedes de San Martín se
casaron y se fueron de luna de miel a Buenos Aires.
En 1838, durante el
gobierno de Rosas, los franceses bloquearon el puerto de Buenos Aires.
Inmediatamente José de San Martín le escribió a don Juan Manuel ofreciéndole sus
servicios militares. Rosas agradeció el gesto y le contestó que podían ser tan
útiles como sus servicios militares las gestiones diplomáticas que pudiera
realizar ante los gobiernos de Francia e Inglaterra. Al enterarse del bravo
combate de la vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, cuando los
criollos enfrentaron corajudamente a la escuadra anglo-francesa, San Martín
volvió a escribir a Rosas y a expresarle sus respetos y felicitaciones: "Ahora
los gringos sabrán que los criollos no somos empanadas que se comen así nomás
sin ningún trabajo".
San Martín para ese entonces estaba muy enfermo. Sufría
asma, reuma y úlceras y estaba casi ciego. Su estado de salud se fue agravando
hasta que falleció el 17 de agosto de 1850. En su testamento pedía que su sable
fuera entregado a Rosas "por la firmeza con que sostuvo el honor de la república
contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla"
y que su corazón descansara en Buenos Aires. Esta última voluntad se cumplió en
1880, cuando el presidente Avellaneda recibió los restos del libertador.
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Mensaje por Huésped Sáb Oct 04, 2008 9:24 pm

saludos, amigos del foro

el Tío Don José de San Martín debe estar muy contento con la Argentina que hoy tenemos... Mad

para eso es el padre de la patria?

Huésped
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